Las redes sociales y su contribución al desarrollo : valores y educación en el siglo XXI / Jorge Aufiero, Eduardo de Zavalía, Andrés Cuesta, Santiago Chelala
Tipo de material:
- texto
- sin mediación
- volúmen
- 303.483 3 R 312
El trabajo y la educación, como pilares del desarrollo presente y futuro, están sufriendo una metamorfosis. Como sostiene Roberto Igarza (2009), la modificación en el sistema cultural mediático incorpora nuevos contenidos a los consumos de entretenimiento tradicionales en una sociedad digital e hiperconectada. La vieja frontera entre el tiempo laboral y el tiempo libre se ha diluido planteando un enorme desafío no solo para la cultura del trabajo sino para la educación. En esta hiperconectividad se destaca un elemento por sobre los demás: las redes sociales. Su uso, cada vez más extendido y debatido, transforma la manera en que nos conectamos con los demás y con el mundo exterior. El uso principal de las redes sociales es de orden “no productivo”. Es un medio de vinculación social sin fines utilitarios. Sin embargo, estas mismas plataformas se convierten en canales no sólo de interacciones sociales donde prima la función fática (Jakobson, 1998) centrada en el canal y cuyo objetivo principal es mantener la interacción y el ocio vincular (Claiman, Cuesta González y Zelcer, 2000), sino que también dan lugar a nuevas formas de intermediación comercial, desarrollo de servicios, ofrecimiento de educación y acceso a información útil para la toma de decisiones. En este contexto, resulta pertinente preguntarse si, a partir de la inmediatez y la hiperconectividad que tienen a las redes sociales como su mayor emblema, están cambiando algunos valores tradicionales, como aquellos vinculados a la cultura del trabajo, el esfuerzo, el mérito y la educación. Sin desatender los aspectos positivos que las redes sociales aportan al desarrollo y sobre los que luego ahondaremos, es necesario señalar que también identificamos ciertos riesgos del uso de las redes sociales sobre los que es necesario profundizar. Separamos estos riesgos en dos grandes grupos: riesgos macro (concentración, uso indebido de datos privados, etc.) y riesgos micro (uso espurio de la información, ocio desmedido, impacto en los niveles de productividad, etc.). Más allá del servicio que prestan que sin dudas es valioso, también es lícito preguntarse cuál es el impacto de las redes sociales en el mundo del trabajo, en la productividad, y si estas nuevas innovaciones sirven para apalancar el desarrollo económico, o si por el contrario, representan un riesgo a tener en cuenta. A lo largo de este trabajo pretendemos indagar sobre algunas relaciones que median entre el uso cada vez más frecuente de las redes sociales y los canales de trasmisión de impulsos al desarrollo, en particular aquellos vinculados al mundo del trabajo y de la educación. La Figura 1 sintetiza estos mecanismos de transmisión: las redes sociales modifican la distribución del conocimiento, presentan una nueva conectividad más inmediata y, al mediar la relación con el otro, también tiñen nuestros valores acerca de lo que está bien y está mal. A modo de ejemplo: ¿importa más la popularidad, la cantidad de amigos o me gusta, que la forma en que esa popularidad se ha logrado? ¿Es lo mismo “ser famoso” que “ estar en boca de todo el mundo”?, etc. Estos nuevos fenómenos se trasladan a su vez a la esfera del desarrollo económico, impactando en la cultura del trabajo, en la educación, y por ende en la productividad. Por esta razón, también abordaremos los desafíos que las redes sociales presentan para el mundo del trabajo, y cómo pueden contribuir a democratizar el conocimiento y preparar a las nuevas generaciones para el empleo del futuro. Por último, nos preguntamos qué políticas públicas se necesitan para potenciar los aspectos positivos de las redes sociales, y lograr que sean un vehículo de desarrollo, y a la vez limitar los aspectos negativos, que minan la confianza personal y reducen la productividad del trabajo.
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